Ante la grave tesitura ocurrida en Diciembre, el Ministerio anunció que se reunía con los cuerpos y fuerzas de seguridad para analizar la situación. Un comité de crisis de Violencia integrado por los comités del Ministerio de Igualdad, Justicia e Igualdad, comunidades autónomas y unidad de violencia. La secretaría de Estado calificó en este momento la situación de extrema gravedad pues se habían cometido 8 asesinatos de machistas y había 2 en investigación. Al final serían 11.No se esperaba, once días después, estos 4 nuevos asesinatos. Está claro que no se puede ayudar a las mujeres cuando ya son asesinadas.
Sabemos que hay leyes concretas y medidas establecidas en nuestro sistema jurídico para luchar contra la violencia que se ejerce contra las mujeres, y también de la existencia de múltiples protocolos, normativas, reglamentos y preceptos legales. ¿Pero nos preguntamos están dando el resultado que se pensó? Pues si estas no dan garantías, seguirán siendo insuficientes.
La virulencia cargada de asesinatos a manos del poder patriarcal, tan enraizada en cada mota de polvo, como depredador, silencioso nos obliga a salir de este letargo, temeroso de mover los cimientos necesarios, para erradicar la violencia machista.
El riesgo extremo para las mujeres, y para la propia democracia, emplaza severamente al gobierno, organizaciones, movimientos feministas y sociedad a resetear, reflexionar, y diseñar nuevas estrategias, con nuevas herramientas, y con derroche de firmeza.
Algo está pasando cuando el feminismo genera más rechazo que los feminicidios. Todo lo puesto en marcha para detener la violencia es bienvenido, pero hoy es absolutamente insuficiente. Son mucho más graves que los crímenes de guerra, selecciona a la víctima, y con alevosía y saña, se la asesina a ella y a su entorno tambaleándose cada vez más las conquistas conseguidas con el sudor de años de lucha, y secuestrando el derecho a la vida.
Enero ya es tarde ya…Ya hay que aparcar lo otro, y lo de más allá, para asumir lo más importante, la responsabilidad de abordar la tarea de intervenir en la raíz de esta vieja pero cruda ofensiva del patriarcado y sus cómplices, que requiere un redoblado e
inclusivo esfuerzo para junto a lo demás, detener esta matanza.
La emergencia feminista es necesaria mantenerla ante este campo de batalla, que ha diseñado el patriarcado para las mujeres. Y para ello es necesario que los hombres sean valientes en sus espacios masculinizados y señalen la complicidad, que las mujeres
sigamos unidas y organizadas frente al patriarcado, que las instituciones hagan una intensa reflexión sobre el sistema de prevención, atención y protección a las víctimas más allá de la denuncia y que nunca bajemos la guardia. ¡Sigamos compañeras!